La burbuja está en el gas
Burbuja, sí. Esa es sin duda la palabra clave en cualquier discurso patronal que se precie. Y el caso es que no deja de ser llamativo que se hable de burbujas solares a la vista de lo que ha sucedido en este país con el gas en estos últimos diez años. A saber: hace diez años, en España había 20,5 MW de potencia fotovoltaica instalada, hoy no hay siquiera 5.000; hace diez años, en España no había ni un solo megavatio termosolar enchufado a la red; hoy hay 902,4 MW (dato de noviembre de 2011); y hace diez años, en España tampoco había ni un solo megavatio de gas natural, hoy hay... 26.114 MW (dato de Sedigas, a 31 de diciembre de 2010). La pregunta, entonces, es: ¿burbuja solar? Y, entonces, ¿cómo llamamos a lo del gas? ¿Qué sustantivo empleamos para definir el tránsito 0-26.000 megavatios gaseosos en diez años si llamamos burbuja al tránsito 0-5.000 solar en idéntico período?
Los chamanes del clan del kilovatio
El caso es que, si el lunes era El Economista la plataforma empleada por los chamanes del clan del kilovatio para entonar sus cánticos (las renovables son culpables deeee, causantes deeee, responsables deeee...) ayer fue Negocio. El periódico económico incluía un reportaje a dos páginas –titulado "La enrevesada situación que deberá afrontar Rajoy con el déficit tarifario"– y con subtítulo insinuante: "Las primas a las energías renovables se han disparado al alza en los últimos cuatro años". En la segunda página, y por si no estuviera clara la intención, un texto en recuadro con el título "El problema de la energía termosolar". Entre los consultados, y protagonistas del reportaje, más chamanes: Alberto Bañón, director de Asuntos Económicos de la Asociación Española de la Industria Eléctrica (Unesa); Javier Latorre, director de Regulación Eléctrica de Gas Natural Fenosa; o el ubicuo Eduardo Montes, presente.
Iberdrola multinacional
En la misma línea (la de la cantinela de las renovables), ocupaba ayer titulares en todas partes José Ignacio Sánchez Galán, presidente de Iberdrola, que decía ayer en los periódicos de toda España que el Plan de Energías Renovables 2011-2020 que acaba de aprobar el gobierno "no parece ir en la buena dirección", al apoyarse en las tecnologías "más caras", como la termosolar y la fotovoltaica, dos tecnologías por cierto que apenas pesan nada en la oronda cesta de Iberdrola, cargada ella de eólica, hidroeléctrica, nuclear y... gas: la multinacional española ha firmado por ejemplo en los últimos meses varios contratos multi-multimillonarios de suministro de gas con, uno, BP (acuerdo de diez años de vigencia por valor de 0,5 bcm –miles de millones de metros cúbicos– al año de gas natural licuado a partir de 2012), o, dos, con Dong (1 bcm anual de GNL durante, al menos, otros diez años).
A medio gas, o funcionando la mitad de las horas
La línea de trabajo está más que clara. Lo contaba la propia Iberdrola a la hora de anunciar el contrato con BP: "la Compañía sigue ampliando mediante esta operación las posibilidades de optimizar su cartera de aprovisionamientos de gas, ante la caída del consumo en España". Porque ese es el problema: que los kilovatios renovables tienen prioridad –por aquello de que no emiten CO2– para entrar en la red eléctrica. Y el problema que tienen Galán y compañía es que los kilovatios renovables son cada vez más (el año pasado, las renovables supusieron un tercio de la producción eléctrica en España), por lo que las centrales térmicas que queman gas están quemando cada vez menos. Lo decía Antoni Peris, el presidente de la patronal española del gas (Sedigas), hace unas semanas: "los ciclos combinados han reducido a la mitad sus horas de funcionamiento". Y, claro, eso no es rentable. O, por lo menos, no es rentable para los señores del gas.
¿Es la solución bajarse al moro?
No es rentable para los chamanes del clan del kilovatio en estos pagos y no es rentable tampoco para los señores del gas que mandan del otro lado del Estrecho. Aquí solo caben dos opciones: o les llenamos los bolsillos a ellos (Gadafis y sucesores) o se los llenamos a los señores de la eólica, la fotovoltaica, la termosolar y demás tecnologías renovables. Porque electricidad vamos a seguir consumiendo. La diferencia está en que, mientras el precio del viento y el del sol (la prima) va seguir siendo el que es (o menos) durante los próximos 25 años, el precio del crudo y el del gas nadie sabe dónde va a llegar. En todo caso, vaya por delante un aviso para navegantes: según el Ministerio de Industria (nota de 20 de octubre de 2011), España ha importado gas en los últimos ocho meses (entre enero y agosto de este año), por valor de más de 6.480 millones de euros. Todas las primas a todas las renovables durante todo el año pasado no alcanzaron esa cuantía.
En torno a la hoguera de las urnas
Por lo demás, ¿cómo lo hacemos, pues? ¿Es mejor apostar por el gas? ¿Qué es preferible: pagarle los vientos a centenares de municipios del campo español, beneficiarios indirectos de una parte de la famosa prima eólica, o pagarle los kilovatios a Nigeria, Yemen y Libia, naciones todas que han exportado durante décadas y exportan gas a España? ¿Qué es preferible: pagar tecnología termosolar made in Spain o pagar combustibles fósiles africanos o llegados del "muy estable" Oriente Medio? Por otra parte, ¿quién va a pagar los incrementos de su precio? ¿Los chamanes del clan del kilovatio, esos que siempre que hay elecciones entonan, en torno a la hoguera de las urnas, su larga letanía de oraciones: las renovables son culpables deeeee, causantes deeeee, responsables deeeee...? Sí, la pregunta es: ¿pagarán esas subidas, las del precio del gas de mañana, los miembros del consejo de administración de Iberdrola, de Endesa, los de la mariposa, las pagará Unesa?
No todas las primas son iguales
No, uno sospecha que los incrementos más que probables del precio del gas en los mercados internacionales los pagará el consumidor final, a quien Iberdrola, Endesa, los de la mariposa y la asociación Unesa toda repercutirán esos incrementos, tal y como siempre, siempre, siempre ha sucedido. No, bajarse al moro no es la solución. Es el título de una obra de teatro de José Luis Alonso de Santos. Hace apenas unos meses, el presidente de la Asociación Empresarial Eólica, José Donoso, decía que, "en los últimos cinco años, el coste de la eólica para un hogar medio español ha sido de 1,3 euros al mes" (coste por hogar, no por persona). La pregunta es: ¿estamos dispuestos a pagar 1,3 euros al mes? En 2010, las renovables produjeron el 32% de los kilovatios que demandó España. ¿Estamos dispuestos a pagar 1,3? ¿Y 2,6? ¿Estaríamos dispuestos a pagar 5 euros por hogar, por ejemplo? ¿Está sujeto el viento al dictado –dictadura– de los mercados?
Parientes muy lejanas
Qué paradójico, que la prima de las renovables –esa que baja, y baja, y baja, para disgusto de los sectores eólico y fotovoltaico– esté tan lejos de la prima más famosa de estos tiempos, la de riesgo, esa que sube, y sube, y sube (¿será que son parientes muy lejanas?). En fin, que es el tiempo de las elecciones y que ya sabemos todos qué quiere hacer la gran patronal eléctrica española, empeñada ella hasta las cejas en un parque inmobiliario de centrales térmicas de gas que aún no ha amortizado y que le empieza a quemar en las manos. Ahora lo que hace falta es saber qué quieren hacer con la energía el PSOE y el PP. Convendría tenerlo más que claro y saber además qué cuentan sobre el particular todos los demás. Sobre todo por aquello de que solo nos preguntan una vez cada cuatro años. Energías Renovables se lo ha preguntado a todos y nos han dicho esto.
Más información
Estudio del Impacto Macroeconómico de las Energías Renovables en España (sept. de 2011)Estudio Macroeconómico del Impacto del Sector Eólico en España (septiembre de 2011)
Impacto macroeconómico del Sector Solar Termoeléctrico en España (octubre de 2011)
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